El poder del silencio en la comunicación

Hoy en día el silencio es un bien realmente escaso. En nuestras conversaciones cotidianas podemos comprobar cómo los espacios de silencio son prácticamente inexistentes. Incluso en muchas ocasiones las personas interrumpimos a los demás para imponer nuestra palabra por la fuerza, o hay dos o tres personas hablando simultáneamente en lo que podríamos denominar un diálogo de locos. O de besugos.

Esta forma de comunicarnos genera distanciamiento emocional con los demás, conflictos, insatisfacción profunda y desconexión. Entonces ¿Por qué lo hacemos? Sin duda hay diversas razones que iré comentando en este post. Una de las más importantes es el valor excesivo que damos a la palabra en el ámbito social por encima del silencio, que está infravalorado.

Sin embargo, el silencio es una habilidad de comunicación de un poder enorme. Y de hecho, sólo las personas sabias y valientes utilizan el silencio ampliamente en su forma de conversar. Y digo valientes porque el silencio nos genera incomodidad. Queremos llenar inmediatamente el espacio en blanco, muchas veces diciendo trivialidades que no aportan ningún valor a la conversación. Definitivamente, no sabemos conversar. Nos resulta tremendamente complicado mantener un diálogo significativo con los demás, que sólo se puede conseguir utilizando el poder de los silencios. En este caso la causa está en nuestros miedos: miedo a quedar marginados de nuestros grupos sociales, miedo a tener que abordar temas difíciles o profundos, miedo a exponer nuestra vulnerabilidad, etc.

En su impactante charla TED, John Francis, embajador de Naciones Unidas, cuenta cómo decidió a sus 27 años dejar de hablar. Estaba cansado de discutir con los demás, y hablar siempre pretendiendo quedar por encima con sus argumentos. Hizo el experimento de estar en silencio durante 24 horas. Y lo que descubrió le cambió la vida. Francis se dio cuenta de que en todos sus años de vida adulta no había estado escuchando a los demás. Y sobre todo, tuvo la revelación de que en todos esos años no había aprendido nada, precisamente por no escuchar a los demás. Entonces decidió mantener el voto de silencio durante otras 24 horas más. Y como cada día se sorprendía de lo que descubría y aprendía, continuó aumentando el plazo hasta que finalmente… ¡Mantuvo su silencio durante 17 años!

Eso es precisamente lo que nos estamos perdiendo: aprender. Ya dijo Buda que sólo aprendemos cuando mantenemos la boca cerrada. Evidentemente, cuando hablamos estamos compartiendo algo que ya sabemos. Y sólo podemos escuchar de verdad y aprender algo si nos mantenemos callados, en silencio, con la boca cerrada. Por otro lado, cuando estamos en silencio nuestros sentidos y nuestra mente se activan, al no estar focalizados en hablar más que los demás. Por eso, en los retiros de meditación intensivos que he realizado durante los últimos 15 años, cuya duración ha oscilado entre los 5 y los 10 días, era preceptivo el silencio absoluto durante todo el retiro. Era la única forma de conectar con uno mismo, con la naturaleza y con los demás de manera profunda.

Así pues, es fundamental que comencemos a valorar el silencio para poder observar muchas más cosas de las que estamos observando en la actualidad, inmersos en la obligación social de hablar o en una necesidad de llenar de ruido nuestra vida para no enfrentarnos a nuestros propios miedos y pensamientos.

A continuación, te comparto una serie de sugerencias de cara a potenciar el silencio en tu vida y acceder a un nivel de conciencia superior, que te llevará a ser más sabio y más feliz en tu relación con la vida y con los demás.

  • No interrumpas a los demás cuando estén hablando. Es una muestra clara de respeto. Controla tu impulsividad y observa. Hay un montón de señales que las personas nos proporcionan con sus palabras pero también con su lenguaje no verbal. Por otro lado, las personas querrán volver a hablar contigo y compartir sus inquietudes, algo que no sucederá si interrumpes su discurso cada dos por tres.
  • Cuando la otra persona termine de hablar, deja unos 3 segundos en silencio antes de empezar a hablar. Esto te permitirá escuchar hasta el final lo que esté diciendo la otra persona, y evitar el típico vicio de estar ya preparando tu respuesta antes de que termine de hablar, lo que significa que en ese momento ya has dejado de escuchar a la otra persona. Como dijo el gran Stephen Covey, escuchamos para contestar, no para comprender. Y esta no es una verdadera escucha.
  • Evita la multitarea. Deja lo que estés haciendo, sea lo que sea. No mires el móvil. Mira a las personas directamente a los ojos y empezarás a comprender mucho de ellas, lo que ayudará a conectar con ellas y a generar más influencia. Si las personas no se sienten escuchadas porque estamos en modo multitarea, va a ser muy difícil que nos escuchen cuando nosotros deseemos que nos escuchen. Por ejemplo, porque queramos pedirles un cambio de comportamiento o pretendamos influenciarles en una decisión que van a tomar.
  • Deja de dar consejos y opiniones. La mayoría de las personas confunden escuchar con dar consejos y opiniones, pero no tiene nada que ver. De hecho, muchas veces nuestra obsesión por inundar una conversación de nuestras recomendaciones y juicios impide que escuchemos en silencio y con empatía a los demás. Además, casi siempre las personas nos cuentan sus cosas para sentirse escuchadas y desahogarse. Y muchas veces, escuchar en silencio es lo más valioso que podemos hacer por ellas, porque en ese espacio muchas veces las personas ordenan sus ideas y llegan a clarificar la decisión a tomar. Mientras que los consejos y opiniones les contaminan y confunden.
  • No caigas en el «Y yo también». Otras variantes son «A mí también me sucedió eso…» o «Yo he estado en más lugares…» o «Mi hijo además hizo…» Se trata de una costumbre muy extendida, y es un gran obstáculo si queremos aumentar nuestros silencios, mejorar nuestras habilidades de escucha y aprender de los demás. Este hábito tóxico consiste en compartir tus experiencias personales relacionadas con la experiencia que te está contando el otro. Es una conducta altamente egocéntrica porque nos apoderamos del protagonismo de la conversación, aunque creemos, una vez más erróneamente, que es una actitud donde demostramos empatía hacia la otra persona. ¡Y es justo lo contrario! Realmente somos unos grandes ignorantes en cuanto a las relaciones y a la comunicación.

Comienza a probar el silencio en tu vida, deja más espacios en blanco en tus conversaciones, no quieras llenar obsesivamente los silencios con el ruido de la conversación trivial. Prueba estas recomendaciones que he compartido a ver qué sucede. Seguramente empezarás a aprender mucho de los demás, de la vida y de ti mismo. Empezarás a conversar de forma más sabia, profunda y empática. Tus conversaciones serán mucho más enriquecedoras, y tus relaciones personales mejorarán de manera radical. Entonces sabrás realmente lo que significa conversar de verdad, comunicarse con los demás sin miedos ni actitudes egocéntricas, y lo que significa realmente escuchar a los demás. Todo ello, gracias al silencio. Como dice una frase Zen: «No hables a no ser que puedas mejorar el silencio».

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JAVIER CARRIL
Coach MCC y conferenciante


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